El envejecimiento del combustible diésel puede acarrear varios problemas que impactan directamente en el rendimiento y la eficiencia de los motores. Desde la formación de sedimentos que obstruyen filtros y dañan sistemas de combustión, hasta la separación de componentes y la generación de resinas que afectan el desempeño del motor. Para evitar estos problemas, es crucial almacenar y manejar el diésel adecuadamente, utilizando aditivos estabilizadores y siguiendo las recomendaciones del fabricante para el almacenamiento a largo plazo.

La contaminación en el diésel puede ocurrir durante la producción, almacenamiento, y distribución. Impurezas como azufre, metales y otros compuestos pueden quedar durante la refinación del petróleo crudo, afectando la calidad del diésel y generando emisiones contaminantes. Para prevenir este problema, es fundamental seguir protocolos adecuados de manipulación y almacenamiento, así como garantizar la calidad del diésel utilizado en vehículos y otros medios.

La contaminación por polvo y suciedad en el diésel puede originarse durante el transporte, almacenamiento y manipulación inadecuada. Mantener limpios los tanques y equipos, utilizar filtros adecuados, y seguir prácticas de manejo cuidadosas son medidas esenciales para prevenir la entrada de partículas extrañas al diésel. La utilización de sistemas de filtración efectivos y mantener un entorno limpio ayuda a prevenir la contaminación.

La presencia de agua en el depósito de combustible puede generar la contaminación por bacterias, algas y microorganismos, conocida como “lodo microbiano”. Para prevenir esto, es crucial reducir al mínimo la presencia de agua en el sistema de almacenamiento, drenar el agua acumulada, utilizar aditivos biocidas y mantener limpio el sistema de almacenamiento. Estas medidas ayudan a controlar la proliferación de microorganismos, protegiendo así la calidad del combustible y el rendimiento de los motores.